Conductismo: la tecnología del comportamiento.
«Dadme a una docena de niños sanos y bien formados y mi propio mundo específico para criarlos, y os garantizo que escogeré uno al azar y lo educaré de manera que se convierta en un especialista en cualquier rama que yo elija (…), cualesquiera que sean sus aptitudes, inclinaciones, propósitos, talento o ascendencia…».
John B. Watson
La psicología contemporánea parece un gallinero donde cada escuela cacarea su ortodoxia, sorda a toda posible aportación de las demás. Pues bien, en las facultades españolas (no así en las de otros países) las escuelas dominantes o, por así decirlo, las “gallinas–reina” son, sin duda, el cognitivismo y el conductismo.
El modelo conductual nace con la publicación del manifiesto conductista del americano J. B. Watson (1913), posteriormente muy ampliado por el también americano B. F. Skinner. Watson intentará situar la psicología como una rama de las ciencias naturales cuyo único objeto de estudio sea la conducta observable. No debemos olvidar que el conductismo se cocina en un contexto brutalmente positivista y mecanicista y bebe de todos los tópicos de la época: asociacionismo, determinismo, atomismo, materialismo… De hecho, aún se nota, en algunos ambientes académicos este tufillo ilustrado. Y se sigue definiendo la psicología, casi unánimemente, como “la ciencia de la conducta”.
Además de la conducta entendida en términos de estímulo del medio y respuesta del organismo, actualmente suele admitirse la existencia de otras instancias teóricas como pueden ser las disposiciones y variables internas del organismo. De aquí, surgirá la “hermana mayor” del conductismo, la psicología cognitiva, que también pretende fundar una ciencia empírica, pero esta vez de los procesos psíquicos que no son directamente observables como pueden ser la atención, la memoria, la motivación, el pensamiento, la emoción… Para un “conductista puro”, el pensamiento y la emoción no serían más que otra forma de comportamiento, que podría actuar perfectamente en el papel de estímulo o respuesta según el caso.
El primer conductismo consideraba que las mismas leyes y mecanismos que gobiernan el aprendizaje animal (condicionamientos), pueden explicar causalmente la totalidad del comportamiento humano. De hecho, la forma típica de investigación en psicología conductista ha venido siendo la experimentación animal: ratas, palomas y gatos resolviendo laberintos o cajas-problema con toda clase de artilugios. De esta manera se hacía posible “medir” la conducta en términos de estímulos y respuestas [paradigma E-R], mensurables numéricamente (por ejemplo: cuantas veces el ratón aprieta una palanca por unidad de tiempo) y luego, Darwin mediante, extrapolarlo a lo humano sin más precauciones. Posteriormente este “darwinismo” se irá corrigiendo, aceptando, al menos, otras dos formas de aprendizaje (casi) exclusivamente humanas: imitación de modelos y seguimiento de instrucciones.
Las aportaciones teóricas fuertes del conductismo son esencialmente dos, el condicionamiento clásico y el condicionamiento operante o instrumental.
El ruso Ivan P. Pavlov (1889), en el contexto de estudios fisiológicos, fue el primero en condicionar una respuesta en un laboratorio experimental. Pavlov consiguió que un perro aprendiera la relación entre dos estímulos, la comida y el chasquido de un metrónomo, que se presentaron juntos varias veces. Así, un estímulo neutro como es el metrónomo que antes no producía respuesta alguna queda asociado a un estímulo incondicionado que sí la producía: la comida; de tal manera que el estímulo neutro (ahora condicionado) de lugar a la respuesta de salivación (que, además, puede medirse perfectamente en centímetros cúbicos de saliva). De este logro de Pavlov acabará surgiendo la noción de condicionamiento clásico, que puede entenderse como un lazo de unión entre dos estímulos (como el metrónomo y la comida) tanto más intenso cuántas más veces se presenten juntos ante un organismo.
En el condicionamiento operante o instrumental (de Thorndike y otros) lo que se aprende es la relación de una conducta con la recompensa –premio o castigo–, que la sigue. Por ejemplo un ratón que aprende a apretar una palanca que le proporciona una ración de comida o que le evita recibir descargas eléctricas en las patas. Un perfecto ejemplo de condicionamiento operante en humanos serían las máquinas tragaperras, que están diseñadas siguiendo la proporción de premios que más rápidamente condiciona la respuesta de juego, es decir la que más engancha.
A pesar de su aparente sencillez, estas son unas técnicas muy poderosas que funcionan (con limitaciones) en el ser humano, que no deja de tener su “parte animal” condicionable. De hecho, cada vez más psicólogos de orientación cognitivo-conductual ayudan a diseñar campañas políticas, empresariales o publicitarias, hasta el punto de que esta rama “práctica” de la psicología –sobre todo los recursos humanos– está fagocitando las especialidades tradicionales de psicología clínica y educativa.
El conductista es, en definitiva, un ingeniero del comportamiento, un mecánico de la conducta, humana o animal. Y su teoría recuerda a la de Newton que aunque filosóficamente muy débil, tiene indudable utilidad práctica.
Rafael Millán
Los horcones: una utopía conductista.
Las ideas conductuales de Skinner pueden elevarse a filosofía de vida como lo demuestra la comunidad mexicana de los horcones. Un grupo que ha decidido organizar su existencia “científicamente” en una comunidad que controla las contingencias estímulo-respuesta del entorno y que constituye toda su convivencia sobre las leyes del conductismo. Aquí, la ciencia de la conducta toma las dimensiones de un auténtico experimento social. Ya Skinner describe una utopía parecida en su novela Walden Two.
www.loshorcones.org.mx
Hola, tengo un hijo de seis años que se llama Juan Sebastián, está en primer grado de al escuela básica, pero no he logrado integrarlo a la lecto-escritura, que debo hacer?
Hola, entiendo que quieres decir que el niño todavía no lee ni escribe con seis años. Siento no poder ayudarte, pero los niños no son mi especialidad y creo que sería mejor que hablaras con algún psicólogo infantil. En cualquier caso, por lo que yo sé, creo que con seis años aún está dentro de lo normal. Algunos niños aprenden con siete, e incluso ocho, y luego no tienen mayores problema. Todo es muy variable y muy personal en el desarrollo humano. Siento no poder ayudarte más ni ser más preciso. ¿Qué te dicen en el colegio? ¿los profesores lo ven normal? Un abrazo y buena suerte, espero que Juan esté leyendo y escribiendo muy pronto!
Hola Rafa, me llamo Martín, soy de Argentina, de Córdoba más precisamente. Me llamaba poderosamente la atención en tu artículo la vinculación entre la Teoría de Newton y el Conductismo. Hace tiempo vengo pensando en ese concepto, «Acción – Reacción», la 3era Ley de Newton y la búsqueda de conductas a través de estímulos, con una base positivista en la psicología. Mi planteo es el siguiente… Newton junto con su antecesor Galileo fue el primero en «Hacer Ciencia» (moderna, con un método, a partir de la observación) y tengo entendido que el Conductismo es la Primera Escuela (o una de las primeras) donde se estudia del sujeto que aprende. ¿Podrá ser que la humanidad tiene rasgos similares para avanzar o evolucionar en su conocimiento en distintas áreas?
Aclaro por las dudas que soy Profesor en Física, nada más… Pero he pensado en enseñar a mis alumnos la 3era Ley de Newton viendo la película suizo-francesa «Les choristes» haciendo un abordaje histórico de cómo se evoluciona en el aprendizaje al menos desde la historia. Tanto en física como en psicología usamos modelos, que van cambiando a medida que se necesita algo nuevo.
Desde ya muchas gracias. Un abrazo.
Hola Martín, disculpa que no había visto hasta ahora tu comentario. Actualmente pienso que la psicología es muy diferente a la de otros saberes.
Las leyes de Newton son muy útiles, sin embargo sólo explican una porción minúscula de lo real. La psicología debería tender, al contrario, a integrar cuantos más ámbitos de realidad mejor. Funciona de una manera muy diferente.
El conductismo describe una banda muy estrecha del amplio espectro de lo humano. El aprendizaje animal (Condicionamiento clásico y operante). Y eso, por supuesto, vale para el ser humano ya que también somos animales. De la misma manera algunas teorías físicas pudieran valer para explicar ciertas áreas (probablemente las menos relevantes) del comportamiento humano, por ejemplo si tiramos a alguien por un precipicio, las leyes de Newton a buen seguro que nos serán muy útiles para predecir su conducta porque además de animales también somos cosas físicas con un peso, una masa, etc.
Sin embargo, desde mi punto de vista, al igual que la física no es psicología (o sólo muy tangencialmente) tampoco lo sería el conductismo (si no más bien «etología humana»: explicación de la conducta animal). Para mí la psicología empezaría cuando hablamos de lo específicamente humano. Aquello que tenemos las personas y que no compartimos ni con las cosas ni con los animales. Es decir nuestro mundo interior simbólico, emocional, inconsciente, afectivo, social, artístico… y hasta espiritual. Así que según yo lo entiendo el conductismo no sería propiamente una psicología. O, más bien, sería la parte de la psicología que explica el comportamiento animal en el ser humano. Pero en cualquier caso sería lo más superficial de la psicología. Para empezar a hablar de psicología habría que tirar de humanidades, filosofía, psicoanálisis, etc.
Si estás interesado en profundizar me encantaría seguir charlando contigo. Disculpa mi tardanza en contestar pero se me mezcló tu comentario con unos que borré. Un abrazo y muchas gracias.
que es el conductimos en una sola palabra?
Gracias Analia por el comentario, pero si me permites la broma, cómo definiría el conductismo en una palabra: ¡conductismo!
Un abrazo y gracias!