Los Sueños
También podéis escuchar el programa de radio Tempus Fugit en el que hablamos sobre los sueños y su significado e interpreto algunos sueños «a bocajarro»:
http://www.ivoox.com/tempus-fugit-1×16-que-son-y-que-significan-audios-mp3_rf_3105918_1.html
Y a continuación un antiguo artículo que escribí sobre sueños:
Como ocurre con otras muchas manifestaciones de la vida interior (meditación, estados psiquedélicos, eidetismos…) el interés por los sueños es tan antiguo como la humanidad (Egipto, el templo de Esculapio, Artemidoro, el chamanismo…) y no conozco un grupo cultural humano, a excepción del moderno occidente, que no los valore e, incluso, los maneje o utilice para fines diversos. Normalmente, oraculares, sapienciales, religiosos o de sanación psicoespiritual.
Los sueños son, sin duda, una de las más espectaculares manifestaciones de nuestro vivir inconsciente. El soñante es capaz de construir en cada sueño todo un universo complejo y significativo (que puede y, casi debe, ser interpretado). Además, lo hace de manera espontánea y automática, sin intervención de la consciencia. Y todo ello con un innegable valor artístico y narrativo. Hay sueños que superan en belleza a cualquier obra de arte (no olvidemos además movimientos tan relevantes como el surrealismo), por lo que no deja de sorprender la nula atención que reciben los sueños desde la oficialidad académica actual.
La función de los sueños ha sido largamente discutida por las escuelas psicológicas occidentales. Suele citarse a Freud (con su libro La Interpretación de los Sueños, 1900) como el primer autor moderno que se interesó seriamente por su estudio. Y de los que llegó a decir que eran nada menos que la vía regia de acceso al inconsciente.
Para la ortodoxia freudiana y las primera escuelas de psicoanálisis, la función del sueño es doble, por una lado la satisfacción de deseos (normalmente “inconfensables”, por lo que se activan una serie de mecanismos psíquicos de defensa y de censura que lo deforman antes de presentarlo ante el soñante) y por el otro son “vigías del descanso” es decir, impiden el despertar mediante la transformación de los traumas o angustias profundas en “inocuas alucinaciones”.
Otros autores como Medard Boss (uno de los padres de la psicología existencial), han ampliado esta concepción estrecha considerando el sueño como otra forma de existir diferente a la vigilia. Para estas escuelas el sueño es la objetivación de un drama interno, la representación ante el soñante de su propia dinámica psíquica profunda, es decir, lo que los sueños ponen de manifiesto es la instalación existencial concreta de un sujeto inserto en su propio mundo de deseos, significados, pulsiones y proyectos.
Aunque, por supuesto, pueden rastrearse muchas otras funciones del sueño. Para algunos son inspiradores, incluso de algunos grandes descubrimientos. La estructura cíclica de la molécula de benceno, el bolígrafo o la máquina de escribir fueron “descubiertos” a través de imágenes oníricas. También existe una larga tradición de sueños premonitorios, en los que pueden advertirse peligros existenciales presentes y futuros. Los ejemplos abundan incluso en la vida cotidiana. Hasta hay sueños que llaman la atención sobre amistades indeseables o que contienen mensajes para terceros. Son muy habituales también sueños con contenido religioso o mitológico, sueños numinosos los llamó el analista Carl Gustav Jung.
Por si fuera poco y en contextos apropiados como el de una terapia, los sueños pueden elaborar todo un lenguaje concreto con sus significantes y su significados (u oniremas) y todo un juego de reglas sintácticas y gramaticales propias que hay que ir descifrando a la manera del filólogo que se enfrenta por vez primera a un texto en lengua desconocida. Muchas veces los símbolos oníricos aparecen repetidos en distintas series de sueños y pueden hasta ampliar información sobre otros sueños o matizarlos, llegando a corregir las malas interpretaciones que se diera a algún “onirema” concreto.
Se ha desarrollado además “tecnología” para trabajar los sueños. Desde el intento de programar sueños concretos (que respondan a una pregunta personal, por ejemplo) hasta técnicas para recordarlos (a veces basta con la intención y otras sólo con empezar a apuntarlos en un diario de sueños). Hay casos más curiosos como el de los sueños lúcidos que son como un “despertar” dentro del sueño en el que se toma conciencia repentina de que se está viviendo una realidad onírica que puede, hasta cierto punto, manipularse.
Por si fuera poco, los sueños casi siempre tienen, además, significado psicodinámico, es decir, si se interpretan adecuadamente contienen información relevante que puede clarificar la vida psíquica del sujeto. Hay quien tiende a ver en los personajes, por ejemplo, partes de uno mismo con las que el soñante se comunica (o no): soñar que se habla con niños podría representar la conexión con la propia parte infantil, etc.
También pueden apuntar a situaciones existenciales: una sensación fangosa que hace imposible el avanzar indicaría, por ejemplo, que el soñante se siente atascado en alguna faceta de su vida (señalada por otros factores del sueño o de la serie); el vuelo libre indicaría la falta de obstáculos o la liberación de “lastres” de personalidad indeseables; la ansiedad se manifestará como objetos persecutorios, etc.
Y todo ello a través de símbolos polisémicos (que significan de múltiples maneras) y sintéticos (que condensan en sí diferentes significados o planos de significación). Aunque siempre, eso sí, hablando el lenguaje huidizo, paradójico y cifrado de nuestro existir inconsciente.
Acabaré con una cita del maestro Cencillo: “un sueño sin interpretar es como una carta sin abrir”.