¿Cómo entiendo la terapia? (1/3)

Desde mi punto de vista todas las personas somos únicas, por lo que no valen los tratamientos “estándar”. Al contrario, lo ideal sería diseñar un modelo personalizado para cada caso, teniendo además los reflejos necesarios como para adaptarlo a cada nueva circunstancia de la vida, siempre cambiante, de una persona.

 

En psicoterapia es muy arriesgado generalizar. Lo que para uno es una cura para otro puede ser un veneno. Por eso habrá que ir decantando el modelo a fuego lento. En un diálogo mutuo, yo como terapeuta y tú como paciente, iremos explorando el terreno sobre la marcha y planteando las reglas de juego, los recursos y posibilidades de los que disponemos, hasta que las ideas vayan cristalizando, sin forzar las cosas ni esperar demasiado. El diseño del tratamiento llegará a su tiempo, ni antes ni después, caerá en su momento como un fruto maduro.

Lo que para uno es una cura para otro puede ser un veneno

Habrá que recurrir (o no) a las técnicas de escuela según se vayan necesitando y planteando objetivos adecuados para ti. Pero, por la propia naturaleza de la terapia (en el fondo somos libres, aunque esa libertad se encuentre ahora obturada) no puede haber reglas seguras, hojas de ruta, ni itinerarios prefijados.

 

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Extracto curricular – Rafa Millán

Curriculum VitaeSi quieres información sobre mi currículum, aquí te copio un extracto en lo que se refiere a mi formación y actividad como psicólogo:

 

Formación

– Práctica clínica continuada desde 2006 hasta la actualidad.

– Máster en Psicoanálisis y Filosofía Cultural en la Universidad Complutense de Madrid.

– Licenciatura en Psicología UAM (finalizada en 2008).

– Formación en la Fundación Cencillo de Pineda (de 2001 a 2009).

– Análisis didáctico con Luis Cencillo, más de 112 horas (de 2004 a 2007).

– Formación teórica y práctica en Psicología Transpersonal y Humanista (desde el 2000, con ponencias, publicaciones, etc.).

– Un año de formación psicoanalítica con Teresa Celdrán (2000).

– Dirección y organización de las Jornadas de Psicología en la UAM (2004 y 2005) a las que asistieron, entre otros, Luis Cencillo, Fernando Sánchez Dragó, Alejandro Jodorowsky, Manuel Almendro, Dokuso Villalba, Mónica Cavallé… y algunas de las figuras más importantes de la Psicología, la Filosofía, la Antropología y disciplinas afines.

– Estudios de filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid (1999).

– Prácticum intensivo en la Fundación Instituto Spiral. Asistencia a terapias individuales, de grupo, familiares y multifamiliares en programas de tratamiento de adicciones.

– Seminarios sobre terapia individual, grupal y familiar en una amplia variedad de trastornos adictivos (2007).

– Organización y dirección, en la Fundación Instituto Spiral, de un seminario terapéutico sobre sueños y vida onírica (2007).

 

Publicaciones

– Socio fundador y presidente de la Asociación Interfacultativa Mandala EI (Estudios Integrales), con la organización de diversos eventos: conferencias, seminarios y jornadas sobre Psicología, Filosofía y Antropología y publicaciones digitales y en medios diversos.

– Dirección y redacción de la sección quincenal fija “Salud y Conciencia” de las revista GeneraciónXXI y Generacion.Net sobre Psicología y Filosofía (2002-2007).

– Artículos y entrevistas en GeneraciónXXI, AjoBlanco, Revista Transpersonal de la Asociación Transpersonal Española (ATRE), La Pecera (revista de la facultad de Psicología de la UAM).

– Intervenciones, como invitado, en Radio Intercontinental (programa La Conjura Pirata) y Radio Intereconomía (Programa El Camino del Misterio) y en otras, en programas sobre Psicodiálisis y Psicología Transpersonal.

– Participación, como invitado experto en Psicología, en en el programa de TV “Las Noches Blancas” dirigido por Fernando Sánchez Dragó.

– Asistencia a numerosos cursos de verano de El Escorial en calidad de periodista, con entrevistas a personajes del mundo de la Psicología, la Filosofía y la Antropología.

– Webmaster de oceanoceleste.com y www.madridpsicologia.com

 

Ponencias, conferencias, participación en medios…

– Universidad mística de Ávila: «Relaciones entre el sufismo y el cristianismo desde una perspectiva transpersonal o por qué Nasruddin se cayó del burro».

– Universidad Autónoma de Madrid: “Psicología crítica y Psicología Transpersonal

– Universidad Autónoma de Barcelona: “Psicología Transpersonal, una mirada crítica

– Fundación C.G. Jung: “Una nueva concepción de la Psicología

– Universidad Complutense de Madrid: “Los límites de la Psicología”

Primeras Jornadas Ken Wilber de Aelotrans en la Universidad Complutense de Madrid: “Psicología Integral y enfoques críticos”

– Facultad de Ingeniería Industrial, Universidad Politécnica de Madrid: “¿Soy un ordenador? Una mirada al paradigma cognitivo y a la Inteligencia Artificial”

– Participación en el programa de TV “Las Noches Blancas” dirigido por Fernando Sánchez Dragó,

– Y colaboraciones sobre Psicología en diversos programas de radio como Radio Intercontinental,  QuéRadio, etc. Así como en medios digitales y en prensa escrita: Revista Transpersonal Española, GeneraciónXXI, Generacion.net, AjoBlanco,  etc.

Cómo meditar. Práctica de la conexión con el corazón (1/3)

meditaciónEmpieza el ejercicio.

 

Sitúate con ropa cómoda en un espacio acogedor y tranquilo. A cada uno habrá algunas cosas que nos ayuden a “sintonizar” mejor. A mí me sirve el incienso o las esencias, música baja (especialmente música de tradiciones espirituales), una luz suave, mejor si es natural, como la de una vela.

 

Si te sientes afín a alguna tradición espiritual, puedes leer un texto que te inspire o contemplar una imagen (un pantocrátor, un santo, un cristo, un mandala, caligrafía sagrada, etc.). Muchas tradiciones coinciden en que los mejores momentos para realizar este tipo de prácticas son justo antes del amanecer o justo después del atardecer. Muchos hemos comprobado que un rato de meditación o de oración antes de que salga el sol parece “cargar” la batería para todo el día, incluso si se ha dormido poco.

 

Ahora ponte cómodo, siente tu cuerpo y empieza a prestar atención a tu respiración. Yo suelo respirar hondo varias veces antes de empezar, luego prefiero las respiraciones profundas pero naturales, sin forzarlas demasiado.

Se trata de arrojar la luz de la atención a procesos que ocurrían mecánicamente, en la oscuridad del inconsciente.

En caso de duda o en el de que prefiras hacerlo de otra manera, escucha y da preferencia a tu criterio, a tus sensaciones y a tu espontaneidad, se trata de que el ejercicio no acabe siendo otra rutina mecánica, sino una vía para conectar con tu conciencia y con tu propia creatividad, y arrojar algo de luz (de la luz de la atención y de la conciencia) sobre procesos y mecanismos emocionales que ocurrían en la oscuridad, mecánicamente, en el inconsciente. Pero eso irá llegando con el tiempo y con la práctica.

En principio no es posible dejar la mente en blanco, lo que sí puedes hacer es tratar de no engancharte a tus pensamientos. Para ello vamos a centrar tu atención en la respiración. Siente todas y cada una de tus respiraciones, intenta que no se te escape ninguna, pero si te distraes no pasa nada, también puedes observar tranquilamente tu distracción mientras vuelves a dirigir tu atención, con suavidad, a la siguiente respiración.

 

Los pensamientos empezarán a llegar inevitablemente. Pensamientos de todo tipo, incluso algunos que pongan en duda lo que estás haciendo (son muy habituales). Déjalos pasar sin aferrarte a ellos. Los pensamientos son como las nubes, si hay muchos ocultarán el cielo, o si son demasiado “densos” podrán encapotar el fondo azul de tu propia conciencia. Y de eso se trata, de quedarnos justo con la conciencia, con nuestra sensación de ser.

Simplemente observa lo que venga, déjalo estar y lleva con suavidad tu conciencia a la respiración.

Lo ideal es que no te apegues a nada, a ningún pensamiento, a ninguna sensación, a ninguna imagen, a ningún recuerdo, a ningún deseo. Simplemente observa lo que venga, déjalo estar sin pelearte con ello y vuelve a llevar con suavidad tu conciencia a la respiración. Cada vez será más fácil. Siente el aire, entrando y saliendo, nada más que eso. Inspirar y espirar… dentro y fuera… No hay nada más.

 

Estamos intentando pasar a través de las turbulencias y las distracciones de la vida cotidiana para mirar más adentro, por eso hay que calmar las aguas superficiales (los pensamientos y los sentimientos superfluos) para que se pueda ver el fondo. Intenta sentir la serenidad de fondo que envuelve a todas las cosas. Todo viene del silencio y vuelve al silencio, todo viene de la Conciencia y vuelve a la Conciencia.

Todo viene del silencio y vuelve al silencio, todo viene de la Conciencia y vuelve a la Conciencia.

Si algo nos perturba (un sonido que no podemos evitar, un pensamiento machacón) no intentes oponerte a ello, al contrario, mételo dentro del ejercicio. Con cada nuevo elemento, como si removieras las arenas del fondo, las cosas tardarán un tiempo en reacomodarse y volver a su lugar, pero lo harán antes o depués. Intenta mantenerte calmado. En el centro de esa serenidad está el tesoro. Con suerte llegaremos a él y acabaremos aprendiendo que no merece la pena seguir huyendo.

 

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¿Cómo se hace una terapia-online? ¿precio de un psicológo on-line? ¿horarios? ¿qué necesito?

¿Cómo se hace la terapia on-line? ¿cuánto vale, cómo se paga, qué necesito?

Exactamente igual que una presencial. Quedamos un día a una hora y nos sentamos delante del ordenador. Conectamos por Skype, zoom o whatsapp (o cualquier otra plataforma) de videoconferencia gratuito, y empieza la sesión que durará en torno a una hora. Al finalizar, volvemos a quedar para la siguiente cita. Y, ¡eso es todo!

¿Cuánto vale y cómo se paga la psicología online?

El precio de una terapia on-line es el mismo, 60 euros, si te parece bien. Y puedes pagarlo de dos maneras, a través de una cuenta Paypal (sólo necesitas un e-mail para hacértela y es un proceso muy sencillo) o ingresándome el dinero directamente en el banco poniendo en el concepto tu nombre y la fecha de la sesión.

Si pagas por Paypal, puedes hacerlo justo antes de empezar la sesión pulsando en el botón que hay a la derecha de la web o al final de esta página.

¿Qué necesito para hacer una terapia on-line?

Lo más seguro es que ya tengas todo lo que necesitas o que sea muy fácil conseguirlo. Lo primero, claro, un ordenador con una webcam y con micrófono (también vale un Smartphone al que puedas instalar el Skype o un programa compatible).

También Whastapp Vídeo o zoom.

Luego el programa Skype (o con Whatsapp) con una cuenta Skype (se hace con tu e-mail y es muy sencillo).

Si quieres facilitarte el pago puedes abrirte una cuenta Paypal, se tardan dos minutos y sólo necesitas tu e-mail, para pagar con tarjeta de crédito. Y también te ayudará en otras muchas gestiones por Internet de manera segura. Pero en Paypal se puede pagar DIRECTAMENTE Y SIN CUENTA con la mayoría de las tarjetas. También se puede pagar por BIZUM.

Si no, puedes ingresarme el dinero directamente en mi cuenta del banco con tu nombre y la fecha de la sesión como “concepto” de ingreso.

También necesitas en torno a una hora libre por semana para que podamos vernos.

Y muchas ganas de enfrentarte a tus problemas para sentirte bien!

Ante cualquier duda, no dudes en llamarme o escribirme. Estoy a tu servicio.

Pagar sesión on-line

Bienvenido a esta web. Pulsa el botón «Comprar ahora» para pagar una sesión. Serás redirigido a la página de pago seguro de Paypal. Allí puedes hacerte una cuenta y pagar de diversas maneras, incluido tarjeta de crédito. Muchas gracias y espero poder serte útil. También puedes ingresar el dinero directamente en mi cuenta que te facilitaría por e-mail o durante la sesión.

También puedes abonar con BIZUM a mi teléfono 686 429 729.

El EMAIL del paypal es platonizante@gmail.com

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* Pagar una sesión On-line (60 €) Email: platonizante@gmail.com

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* Pagar media sesión (30 €) Email: platonizante@gmail.com

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Terapia. Curación por la palabra.

curación por la palabra. Psicología humanistaTerapia. Curación por la palabra.

 

Sufrimos porque estamos desajustados. Sufrimos porque no somos realistas y no sabemos desear con madurez: constantemente nos inventamos (y nos inventan) falsas necesidades, metas tramposas, pseudo-objetivos vitales y existenciales que, una de dos, o son imposibles (y, por tanto, frustrantes) o –peor aún–, se revelan absolutamente frustrantes si se tiene la “suerte” de conseguirlos. Pero cuánto tiempo pasamos, eso sí, fantaseando con ellos (dinero, sexo, belleza…), ¡sólo para hacernos sufrir ante su falta!

 

Sufrimos porque no hacemos lo que debemos, es decir, porque no practicamos el BIEN sino el MAL. Así, directa, simple y claramente. Y cuando hacemos el mal nos vemos obligados a diseñar y a sostener toda una serie de montajes, excusas y mecanismos de defensa (que son los síntomas patológicos) para tratar, en vano, de “escamotear” ante uno mismo y los demás ese mal propio que nos negamos a asumir: nadie puede aceptarse a sí mismo como malvado (a no ser que esté profundamente enfermo).

 

Sufrimos porque nuestra identidad, nuestro sistema de mundo y de valores, y nuestra cosmovisión no son coherentes. Carecer de una filosofía ordenada confunde y desorienta. Pero las “filosofías” de cada uno no están depuradas sino cosidas a retazos, recicladas a golpe de “slogans”, de modas y de vigencias pasajeras, es decir, repletas de contradicciones. Se necesita una forma orgánica y UNITARIA de entender el mundo porque –dice el maestro Cencillo– no se puede obedecer a dos señores; antes o después mandarán cosas opuestas.

 

Sufrimos porque huimos de la Verdad (el juicio propio y solitario en la intimidad radical de la conciencia) y nos dejamos configurar por el prejuicio, por las habladurías, por las modas y vigencias que nacen de intereses espurios de mercado, de empresa o de gobierno (todavía peor) y que nunca (por eso mismo, porque no están diseñados para ello), puede llegar a satisfacer realmente las necesidades psicológicas de nadie.

 

Sufrimos porque estamos siempre PERDIENDO EL TIEMPO EN LO TRIVIAL, enganchados a gratificaciones insustanciales debido a que no tenemos objetivos reales por lo que merezca la pena luchar. Y luego nos quejamos de que nuestras vidas carezcan de sentido.

 

Sufrimos, en fin, porque vivimos en una farsa, en un baile de máscaras hechas de dolor psíquico. En una mentira.

 

El resultado: depresiones, fobias, obsesiones, compulsiones, apegos infantiles, complejos, reacciones desmedidas e irracionales… Que no son más que intentos escapistas para huir de nosotros mismos (vano y doloroso intento). Y lo hacemos porque no nos respetamos (sino, no nos engañaríamos), porque NO NOS TOMAMOS EN SERIO a nosotros mismos ni a nuestro propio destino.

 

Hoy, todo lo serio y sustancial ABURRE (o ASUSTA) y todo lo trivial e insignificante DIVIERTE (pero es una diversión compulsiva y sufriente). Y el entretenimiento vacuo no puede, de ninguna manera, hacer una vida completa. Queremos ser niños viviendo en un algodón de azúcar, en un huevo de seguridad amniótica. Y eso no es realista. Seguimos siendo psíquicamente niños.

 

Pero cuando el proyecto de toda una vida es una NADA nos resentimos en la angustia del vacío. Y nadas son –para que quede claro–: el poder, el dinero, el sexo, los coches, los pisos, etc. Nada de eso satisface DE VERDAD (profundamente y a largo plazo) sino que, al contrario, genera, las más de las veces, enganches y adicciones (deseo incolmable lo llamó Lacan). Sin un proyecto real y humano (no egoísta), sencillamente, no se puede vivir bien.

 

Y precisamente para esto (madurar, superar el sufrimiento y reajustar la personalidad en lo real) es para lo que vale la TERAPIA. “Curarse” es disponer siempre de toda nuestra energía para dinamizarla creativamente en proyectos reales y maduros.

 

Lo difícil es encontrar un buen terapeuta: filántropo, experimentado y libre de escotomas propios. Lo que importa es, por cierto, la calidad personal del terapeuta y no su escuela-feudo. Aunque lo habitual es dejarse engañar por aprovechados y farsantes como, desgraciadamente, lo son la mayoría (esto es signo de los tiempos, ya nadie quiere ser un buen profesional [de lo que sea] sino, como mucho, parecerlo y cobrar por ello, siempre bajo la ley del “mínimo esfuerzo”). Hay que tener cuidado porque el mal terapeuta tratará de engancharnos “regalando nuestros oídos” y eso es reproducir la MENTIRA dolorosa de la que queremos liberarnos. Porque eso, y sólo eso, es lo que enferma: la M E N T I R A.

Meditación. Conectando con el Corazón (2/3)

Ya se ve que me estoy refiriendo a lo que muchas tradiciones espirituales y escuelas psicológicas llamarían meditación. Como ya he dicho, yo lo llamo “conexión con el centro” o “conexión con uno mismo”, porque hay algo en el término “meditación” que no acaba de convencerme. Con el término “meditación” da la impresión de que se tiene que hacer algo para entrar en un estado diferente (o “alterado”) que no es el habitual. Desde mi punto de vista, debiera ser exactamente lo contrario: vivir conectados con nosotros mismos debería ser nuestro estado natural y por defecto (y no el estado diferente o “alterado”).

 

Vivimos en un mundo que, por todas partes, nos lleva a la desconexión. Por eso solemos sentirnos tan vacíos y tan cerrados, vacíos de Ser, vacíos de Nosotros-Mismos. Lo que nos da sensación de apertura y de plenitud es precisamente volver a conectarnos: asentarnos, de nuevo, en nuestro centro.

 

Pero, hay que estar precavidos, si no estamos conectados todo el tiempo, ha de haber un motivo. Y ese motivo es que ahí, en nuestro corazón, hay algo que nos asusta o que nos duele y que nos induce, una y otra vez, a desconectarnos, es decir, a olvidarnos de nosotros mismos.

Lo que nos da sensación de apertura es volver a conectarnos: asentarnos, de nuevo, en nuestro centro.

Eso es normal, prácticamente todo el mundo (y especialmente en Occidente) se ha alejado en mayor o menor medida de su corazón espiritual, de su centro verdadero y, al volver allí, nos encontraremos todo el trabajo que teníamos pendiente, en forma de “escombro” psíquico y de basura emocional que, llegado el momento, habrá que barrer y desalojar de la conciencia.

 

Por supuesto, la peor solución es la de resignarse a vivir desconectados, pues eso significaría no acabar de sentirnos plenos, sino llevar una vida a medias, una vida inauténtica, como en “grisalla”.

 

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Autoconocimiento. Un pequeño ejercicio para tomar conciencia

mirada puraSi quieres, puedes hacer ahora este pequeño ejercicio. Sólo te llevará un par de minutos.

 

Intenta recordar cómo te sentiste la primera vez que mentiste, la primera vez que te falsificaste o que traicionaste tu ética, la primera vez que hiciste algo de lo que luego te arrepentiste o la primera vez que intentaste escurrir el bulto culpando a otro. Intenta recordar cómo te sentías esas primeras veces en las que decidiste actuar mal conscientemente (aunque sea por algo que ahora, desde tu edad actual, te parece una tontería). Puede que fuera en la primera casa en la que viviste, con tus padres o hermanos, ¿recuerdas?

 

Ahora intenta pensar en alguna ocasión en que hayas actuado mal, pero esta vez en tu edad adulta , lo más cerca posible del momento presente. Procura que ambos recuerdos sean muy vívidos. Céntrate sobre todo en tus emociones de infancia.

 

Bien, ahora compara cómo te sentiste entonces y cómo te sientes ahora cuando actúas sabiendo que no lo haces bien . Probablemente descubras que las primeras veces lo pasaste fatal y que ahora, prácticamente no sientes nada. ¿Te das cuenta?

 

Y, ¿qué es lo que ha pasado? Por desagradable que sea decirlo, lo que ha pasado es que tu sensibilidad se ha embotado, de algún modo, has conseguido anestesiar tu conciencia moral.

Lo que ha pasado es que tu sensibilidad se ha embotado, de algún modo has conseguido anestesiar tu conciencia moral.

Digamos que te haces trampas en un vano intento de no darte cuenta, de no ver lo evidente, de esconder la basura debajo de la alfombra. Pero, en el fondo y aunque no se vea, sabes que está ahí.

 

Este ejercicio (casi me siento como si te hubiera echado una regañina y te pido perdón por ello) puede valer para tomar conciencia de lo lejos que vivimos de nuestra verdad más auténtica y de la cantidad de mecanismos de defensa que hemos construido para evitar sentirnos responsables.

 

Muchas personas están tan acostumbradas a la mentira (algunos puestos de trabajo casi la requieren como condición obligatoria) que ya se han convertido en una rutina. Pero, lógicamente, eso tiene un precio.

 

Para vivir desde la mentira hay que falsear la realidad, construyendo todo un montaje interno que mantenga la ficción. Y no es fácil maquillar las cosas para que parezcan distintas de lo que son. Poco a poco nos iremos montando una serie de andamiajes, más o menos precarios, que nos “alejen” de nuestro centro (porque permanecer en él duele, ya que nos hemos traicionado).

 

Así que para “acercarnos” habrá que ir desmantelando todo nuestro aparataje defensivo, hasta desnudarnos sinceramente frente a nosotros mismos. Sólo podremos disolver la mentira encarándola con sinceridad y coraje. Para ello te propongo que sigas profundizando en ti mismo realizando los siguientes ejercicios.

Entrevista a Luis Cencillo

Luis CencilloEl querido Luis Cencillo ha sido uno de los autores que más ha amueblado  mi inteligencia y, sin duda, mi mayor influencia como psicólogo. Dos años largos después de su muerte vuelvo a leerle y a aprender de él. Es una fuente inagotable y siempre fértil.

Recordé que hace años, ya muchos, casi al conocerle le hice una entrevista. Aquí la rescato. Tal cuál fue publicada hace ya más de una década. “Cuando aún éramos los de entonces”. Hoy las preguntas serían otras y ahora veo que hay cosas en las que mi pensamiento diverge del suyo. Pero aún así, Luis es y sigue siendo Profesor, Maestro, Sabio y Sanador.

Gracias Luis, una y mil veces, porque sin ti no sería hoy la persona que soy. Espero que estés disfrutando de luz radiante del espíritu y de la presencia divina. Pocos lo merecen como tú. Y que allá, donde estés, sigas haciendo terapia y saboreando la filosofía. Seguro que sí.

 

Entrevista a Luis Cencillo.

 

Luis CencilloLuis Cencillo es filósofo, psicólogo, antropólogo, filólogo y un largo etcétera. Y en todos esos campos ha destacado, innovado y publicado decenas de tratados. Imparte clases y terapia en su propia fundación Cencillo de Pineda. Para algunos estudiosos, Cencillo es, simplemente, uno de los mayores pensadores de los últimos tiempos.

 

El hecho de que se le ignore sistemáticamente en medios académicos españoles (especialmente en las facultades de psicología) tal vez sea la mejor prueba de su profundidad y universalidad.

Con él, tenemos la oportunidad de diagnosticar los males de nuestra sociedad.

 

Se habla mucho de malestar social. Al mismo tiempo, los índices de enfermedades mentales se han disparado, pero quizá haya que preguntarse si no es nuestra civilización, en conjunto, la que está enferma…

Sí, así es. Está enferma porque nadie tiene identidad, ni los grupos ni las personas. Todo se ha vuelto montaje o creencia: sólo queremos “creernos algo” o “encarnar un ideal”. Lo tenemos todo, pero no sabemos lo que queremos. Somos como niños que no juegan a nada porque tienen demasiados juguetes.

Pero, en su opinión, ¿podemos hablar de enfermedad de civilización o de una especie de plaga de individuos enfermos?

Lo enfermo es la civilización, pero luego cada uno participa de la enfermedad o es víctima de ella. Es una enfermedad creada y, además, contagiosa: lo que hace uno lo repiten muchos por imitación, gracias a los mass media que generan un embarramiento ambiental cada vez mayor. Los media producen enfermedad porque hay mucha información pero está vacía y desajustada.

Entonces, ¿los medios de comunicación expanden nuestro malestar?

La facilidad actual para moverse y comunicarse podría ser algo sumamente útil y positivo, pero sólo si tenemos algo que comunicarnos o algún sitio a donde ir. Ahora se habla de la sociedad de la comunicación pero estamos cada vez más incomunicados. Sólo se comunican tonterías debido a que el desarrollo humano y el de los canales de comunicación no han ido parejos.

El problema se manifiesta en que ya no preocupan en absoluto las cuestiones profundas o sustanciales. Lo que genera una gran preocupación es estar desocupado, enganchado todo el día a banalidades. En eso consiste la enfermedad.

Lo curioso es que esta situación tiene por origen algo sumamente positivo, como es la libertad. El hombre aprende a controlar su vida a partir de la Ilustración ( con la llegada de la libertad de opinión, sindicación laboral, fomento de la lectura, etc.) y esa misma libertad es la que le confunde.

Lo que no significa que haya vuelta atrás ni que haya que buscar soluciones fuera de la libertad…como ser conducidos por nadie.

El problema es que las instituciones que hemos conocido antes de la ilustración eran represivas. Y así, el remedio es peor que la enfermedad. Lo verdaderamente importante es desarrollar la capacidad de conducirse a uno mismo. Yo creo tener esa capacidad y estoy encantado con el estado de cosas, me siento libre e informado. Pero la gente que tiene una estructura afectivo-mental gregaria se desorienta con tanta libertad. No saben a donde ir o qué comunicar.

Lo “natural” es el perverso polimorfo de Freud que está sin programar. Vive como un manojo de deseos incolmables. Esto ocurre porque no hay educación, esa es la enfermedad de fondo. Que no hay programación ninguna ni en un sentido ni en otro.

¿Esa “falta de educación” es la que hace difícil que los jóvenes crezcamos en nuestra sociedad?

Claro. Pero no sólo eso, además hay horror a sentirse maduro o antiguo, Horror a tener alguna convicción excesivamente personal… porque entonces parece que te separas de la moda, de la masa gregaria o de lo que “se lleva”. Entonces eres raro o antiguo, que es lo más negativo que hay.

¿La complicidad de los gobernantes sería el otro lado de esta extraña enfermedad que padecemos?

Encima eso. Los partidos políticos imponiendo su pequeña dictadura. La democracia (al menos, la americana y la europea) no es más que un mosaico de pequeñas oligarquías. Rosseau y Montesquieu pensaban que todos debían tener representación, pero eso ya no es posible en una sociedad tan inmensa.

Además, ahora se votan listas cerradas (lo que limita tanto que yo ya no voto). Y luego hacen con tu voto lo que les da la gana, según los compromisos del momento. El voto se convierte en un valor de cambio que no tiene ninguna eficacia para el votante. Es como un cheque en blanco, un instrumento de juego sometido a los vaivenes del mercado de intereses en que se ha convertido la política actual. Y eso, por supuesto, lleva al caos.

Todo esto forma parte del diagnóstico de lo que nos sucede, ¿pero hay soluciones?

La curación es la terapia.

¿Una terapia colectiva?

La situación actual de las sociedades exige una respuesta universal, macrooccidental, casi cósmica. Necesitamos una serie de genios que se ganen el crédito de las masas y empiecen, como en el Renacimiento, a establecer nuevas referencias.

¿Es eso el gobierno de los sabios?

No, no puede ser un movimiento organizado sino algo generado como en la “teoría del caos”, porque esos genios no se pueden producir pedagógicamente.

Tienen que surgir como en el Renacimiento: en todas partes y sin ponerse de acuerdo pero coincidiendo en una misma visión del mundo. Lo malo es que en el Renacimiento había mucha más libertad que ahora. En eso hemos perdido: hoy los pensadores y los artistas están canalizados mediatizadamente por los galeristas y los editores y si no sigues sus intereses, pues ya te has caído. Es como si hubiera muchos francos o hitlers por ahí, en cada área del saber o del crear, controlándolo todo. Y eso genera el riesgo de ahogar esos genios que en siglo XV brotaron como producto del pueblo de aquel momento. Ahora, sin embargo, tienen que estar promovidos por un operación triunfo, donde la selección natural de Darwin opera invertida, ya que se elige siempre al más débil o al menos peligroso, es decir, al que resulta comprensible para el director o para el “Mecenas”. Se promueve a quién se comprende desde arriba y no hace sombra.

Además, resulta que los que dirigen suelen ser gente intelectualmente muy vulgar. Si no, no habrían aplicado los medios, más bien espurios, para llegar al “triunfo”.

¿Los intelectuales o maestros han dejado de tener una voz propia en nuestras sociedades?

Depende del lugar. En el caso de Alemania yo creo que el poco o mucho de influencia judía que había (los judíos son más creativos que los alemanes), eran un condimento. Y al perderse ese condimento se ha quedado lo germánico puro que es muy “plump” (como se dice en Alemania) o como un pisapapeles, que diría Nietzsche.

En España es diferente. Aquí ocurre, sencillamente, que no se ha estudiado. Primero, con el antifranquismo, se tenía un “soborno de la conciencia”, que diría Freud, para hacer huelgas y no estudiar. Sólo se leía marxismo. Nadie estudiaba a los clásicos. Saber griego, latín y sánscrito era un auténtico demérito. Conocer letras clásicas era como ser antiguo y reaccionario. Lo que había era mucha matemática y neurologismo. En España, por ejemplo, ni si quiera se estudiaba a Freud (que era lo último en Europa) porque el que representaba a la izquierda era García Hoz que era conductual. En esas condiciones…

Para entendernos ¿Qué es ser sabio o intelectual?

Hoy en día mucha gente cree que los intelectuales son los actores de cine [risas].

Yo diría que los intelectuales son las personas que tienen ideas claras y un sistema organizado de su mundo (hegeliano, kantiano, tomista…), además de la perspicacia suficiente para relacionar causal y lógicamente unas cosas con otras.

El sabio sería lo mismo pero “sápidamente”, saboreando con cierto regusto casi estético el ser mismo de las cosas.

¿Cree que los nuevos descubrimientos de la ciencia y la técnica nos pueden acercar a un nuevo humanismo?

En los nuevos descubrimientos priman la tecnología y las explicaciones espaciales. Humanismo hay poco. Quizá pueda surgir algo a partir de la ruptura del paradigma físico legalista, lineal y abstracto, a través de la visión fractal de Mandelbrot, los atractores de Lorenz, la nueva física, y por ahí. Lo cierto es que al romperse el viejo paradigma se genera un espacio más flexible en el que caben otros contenidos. Hoy día, hasta los filósofos son demasiado cientifistas. Es una cierta derecha la que se ha apropiado de la línea más humanista ( Sartre y Heiddeger, etc.) mientras cierta izquierda sigue todavía en un cientifismo estéril. Falta la fecundidad de un centro que sepa superar, como vértice, estas dos visiones parciales.

Para mejorar la sociedad ¿Podemos hacer algo?

Sólo podemos dejarlo al azar, esperar que aparezcan sujetos que hayan conservado su integridad y su amplitud mental en medio de este corsé matemático de leyes lógicas y principios conductuales. Genios que empiecen a inaugurar en grupo una nueva visión del hombre y de la vida. En política, por ejemplo, llevamos más de un siglo sin avanzar. Seguimos con el Manifiesto Comunista y no hemos hecho nada más que degenerar.

El marxismo se volvió dictadura y el liberalismo, neoliberalismo mercantil. El anarquismo se transformó en postmodernidad caótica, pero en un caos no creativo y poco interesante. Porque, claro, el anarquismo clásico de Bakunin está muy bien por la supresión de las estructuras intermedias buscando que lo vital tome la delantera. A mi me parece el mejor ideal. Pero es inaplicable porque los más pillos machacan siempre a los más creativos.

¿Qué crees que puede ocurrir sin ese grupo de sabios o esa mutación social? ¿Hacia donde se dirige nuestra sociedad?

Podríamos buscar antecedentes en los siglos VI, VII, VIII y IX en los que no pasó nada. Pero no deberíamos hablar sólo de occidente hay que contar con las poblaciones de áfrica, china y los países árabes, que no paran de crecer, mientras los occidentales van reduciendo su número. Occidente será sustituido. Habrá pensadores africanos o sudamericanos que no son de tradición lógica griega y que tendrán cierto condimento mágico y arcaico, aunque con la tecnología occidental. Serán un par de siglos de superstición. Esté será el primer rinoceronte. Luego todo va a ser rinocerontes, al menos hasta la aparición de un nuevo grupo de genios completamente diferentes a los que estamos acostumbrados. Volveremos a algo como los presocráticos o los sacerdotes egipcios.

¿Cómo entiendo la terapia? (2/3)

brrCreo que la salud pasa por la paulatina responsabilización del paciente, por lo que, cada vez más, mi labor como terapeuta se reducirá a la de un mero catalizador de tu proceso. A la hora de la verdad, sólo tú eres el que está llamado a hacerse cargo de ti mismo, y si yo te “sostengo” demasiado corro el riesgo de volverte dependiente y de impedir que te responsabilices de tu vida arruinando la terapia. De hecho, podríamos decir que este proceso no es otro que el de tu propia maduración, al menos de ciertos elementos inmaduros de tu carácter que te han venido pesando hasta ahora. Yo sólo vigilaré que no te caigas o que no te desvíes demasiado del camino, pero no puedo (ni debo) caminar por ti, como mucho puedo ayudarte a levantarte y señalarte cómo volver al centro. Pero, al final, la decisión última siempre estará en tus manos. Y pretender cualquier otra cosa sería engañarte.

Este proceso no es otro que el de tu propia maduración

Por suerte, contamos con un aliado muy poderoso y sin el cual la terapia no podría avanzar ni un paso. Me refiero a la parte tuya que quiere curarse y que te ha traído a terapia (tu parte “sana”). Si todo va bien, esa parte se enganchará con mi incosciente y empezará a funcionar por sí misma, guiando sutilmente todo el proceso. Mi obligación es escucharla y obedecerla sin interferir demasiado, como mucho canalizar y estructurar el espacio para que la curación pueda ocurrir.

 

El arte del terapeuta es sutil, consiste, como en el tao, en “no hacer nada”  y que a la vez “nada quede sin hacer”, o sea, consiste en abrir las condiciones de posibilidad para que el proceso pueda tener lugar y así dejar que, en la medida de lo posible, se desarrolle por sí mismo y sin demasiadas interferencias (como mucho un empujón de vez en cuando).

 

Partes de este artículo:

https://madridpsicologia.com/como-entiendo-la-terapia-13/

https://madridpsicologia.com/como-entiendo-la-terapia-23/

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Terapias corporales

terapias corporalesTerapias corporales

 

Las relaciones, interacciones y recíproca influencia entre todos los niveles del existir humano desde lo corpóreo hasta lo psíquico (pasando por lo emocional, afectivo, sexual, etc.) son fundamentales en procesos terapéuticos y de crecimiento personal. No es posible ya mantener la limpia distinción cartesiana entre el sujeto psíquico y el corpóreo. Soma y psique, cuerpo y mente (o alma) son una unidad funcional indisociable y orgánica: todo cambio (para bien o para mal) en una de estas instancias afectará irremediablemente a la otra, siendo más importante la RELACIÓN o INTERACCIÓN entre ambas (que es el espacio donde propiamente existe la persona) que cada una por separado.

 

Las relaciones entre el cuerpo y la mente se dan, de hecho, en cuatro direcciones distintas: la mente puede enfermar o sanar al cuerpo (actividad psicosomática) o, viceversa, el cuerpo puede sanar o “enfermar” la mente (lo que algunos llaman actividad somatopsíquica).

 

En terapia ya se reconoce que la mayoría de las alergias, afecciones cutáneas y del aparato digestivo y respiratorio, entre otras, son afecciones psicosomáticas que tienen mejor pronóstico con tratamiento psicológico que estrictamente orgánico (hay infinidad de estudios en este sentido aunque la medicina española – no así la de otros lugares, como la alemana, por ejemplo– aún insista, incomprensiblemente, en modelos “organicistas” más que superados).

 

Muchas de las escuelas que trabajan terapéuticamente con esta identificación psicosomática consideran además que en el cuerpo queda “cristalizado” un registro (como las anillos de un árbol) de las relaciones emocionales con los demás y con el entorno (desde la infancia) que pueden descubrirse y, en su caso, sanarse, a través del estudio postural, zonas de tensión muscular, esquemas sensoriomotores, “bloqueos” energéticos, pinzamientos, etc. Incluso se habla de una “coraza corporal” diferente para cada psicopatología: coraza neurótica, psicótica, etc.

 

Una de las escuelas más interesantes en este sentido es la bioenergética de Alexander Lowen (basada en las aportaciones de Wilhelm Reich).

 

Hay muchas otras escuelas que dan más o menos importancia a estas relaciones, desde el psicoanálisis (con la histeria, por ejemplo) hasta ciertas formas de psicodrama. Sin olvidar las que vienen de oriente y que más o menos descafeinadas se aplican en occidente como acupuntura, tai chi, yoga físico o hatha yoga, chi kung, trabajos con chakras, respiración, cuerpo pránico o energético, tantra, artes marciales, taoísmo, kundalini yoga, etc.

 

Y aún otras como la terpia craneosacral, el masaje terapéutico, la danzaterapia, etc. Aunque, tal vez sea demasiado pretencioso llamar terapia a lo que sin duda son técnicas efectivas (que tienen su incuestionable validez en ciertos ámbitos) pero que no alcanzan, la categoría de una verdadera terapia que pueda reintegrar al individuo total consigo mismo en todos sus niveles (afectivo, emocional, sexual, cognitivo, filosófico…) en un determinado medio social más o menos incompatible con la salud psíquica. El problema, suele ser, la escasísima formación psicológica real (que incluye conocimientos de antropología, filosofía, psicoanálisis, teoría de sistemas y un largo etcétera) por los “terapeutas” que suelen aplicar estas técnicas.

 

Por supuesto la psicología académica española ignora profundamente este amplio abanico de posibilidades terapéuticas.

Objetivos de una terapia. Para qué sirve una terapia (2/3)

objetivos de una terapia psicológica– Hallar las claves (hace tiempo perdidas) del propio malestar, y recuperar o construir las herramientas necesarias para enfrentarlo. O, dicho de otro modo, encontrar el mapa que conduce al tesoro de nosotros mismos.

 

– Fortalecer las partes buenas y sanas del propio carácter, al tiempo que vamos disolviendo los terrones de dolor y sufrimiento que nos habitan. Hay que desechar o aceptar todo lo negativo, que es lo que hasta este momento nos viene confiriendo una pseudo-identidad falsa y dolosa.

 

Pero, como en la muda de la piel de la serpiente, no podremos deshacernos de lo viejo hasta que una nueva identidad no se halle ya lista para emerger, por lo que habrá que montar el armazón de una nueva forma de ser, sana y adulta, o lo que es lo mismo, habrá que construir una trama válida para sostener nuestras vidas, al menos una primera percha sólida y estable sobre la que ir colgando todas las demás.

 

En esta misma línea, la terapia persigue aclarar la propia identidad, saber quién es uno y acertar a vivirse firme y plenamente como tal, desde nuestro centro y desde nuestra verdad personal única e inalienable. Tal vez esto sería lo más esencial de todo el proceso: poder llegar a vivirse auténticamente, sin mentiras ni autoengaños. En definitiva, llegar a ser uno mismo y aceptar (y amar) lo que se es, poco o mucho (normalmente, más bien poco). O sea, asumir plena y humildemente la propia identidad.

 

– Conectar con un bienestar profundo, elástico y continuado, incluso en momentos de dolor o dificultad, de tal manera que casi nunca (o sólo en una situación realmente extrema) se sienta uno desbordado por las circunstancias e incapaz de hacerse cargo de la propia vida. O sea, sentirnos libres y ligeros, sin cargas que nos oneren.

 

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Funciones de una terapia psicológica (3/3)

– Función existencial: Ayudarnos a aclarar nuestra “filosofía” vital, el sentido de nuestra vida. Es muy importante saber para qué vivimos, la vida nos sobra si no tenemos un porqué, un sentido o una dirección, por lo que nunca podremos estar seguros de si avanzamos o retrocedemos. Cuando un barco no sabe a qué puerto se dirige, no encuentra ningún viento favorable.

 

Cuando un barco no sabe a qué puerto se dirige, no encuentra ningún viento favorable.

– Campo de pruebas para la vida y para trabajar nuevas habilidades. En el espacio terapéutico puede ensayarse, con red de seguridad, aquello que se teme, y también empezar a desarrollar nuevas habilidades y características personales. Lo más habitual es aprender habilidades sociales o refinar las que se tienen, sobre todo en lo que se refiere a las relaciones con el otro sexo.

 

Suplir las carencias que se dieron encarnando los roles paterno y materno

– Guía para el autoconocimiento profundo. Un buen terapeuta puede ejercer, hasta cierto punto (y sólo mientras sea estrictamente necesario), de guía vital o de «maestro existencial». A través de ejercicios y de la interpretación de la vida profunda (sueños, deseos, fantasías), y por su propio conocimiento de la vida anímica, puede ofrecer un modelo válido que el paciente tome para sí.

 

– Otras funciones no menos importantes serían: descongestionar la parte emocional, escuchar activamente, comprender incondicionalmente, orientar, nutrir el alma (y hasta acariciarla si hace falta), ayudar a aclarar la propia trama psicofamiliar, investigar el origen de deseos, intereses y fantasías para aprender a controlarlos, etc.

 

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Psicólogo Madrid. Terapia, ansiedad, depresión, autoestima y desarrollo personal